Vicente Rojo, el general marcado por el sentido del deber

25/6/04

Vicente Rojo, el general marcado por el sentido del deber

Javier Fernández López, delegado del Gobierno en Aragón, publica una biografía del militar que fue responsable del Ejército republicano en la Guerra Civil.

Al hablar del general Vicente Rojo, durante muchos años se ha empleado el término "contradictorio". Pero no lo fue o, al menos, no más que cualquiera otro de sus contemporáneos. Rojo fue un estratega de primera fila -sepultado por la historiografía franquista- que, antes que nada, quiso que su vida estuviera regida por la dignidad, el sentido del deber y la lealtad a la palabra dada. Javier Fernández López, investigador de temas militares y delegado del Gobierno en Aragón, acaba de publicar una biografía sobre Vicente Rojo, militar de vida apasionada y apasionante, que llegó a ser Jefe del Estado Mayor Central del Ejército Republicano durante la Guerra Civil. Se titula "General Vicente Rojo: mi verdad", y acaba de publicarla Mira editores.
"Rojo era un hombre ejemplar -señala Javier Fernández-, un hombre honrado, decente, que antepuso siempre los principios a las convivencias". Y quizá ahí resida el por qué de su "carácter contradictorio". Y es que Rojo "hubiera tenido muy fácil triunfar en el otro bando. Por sus creencias, católicas, que estaban en el lado franquista; o por la mayoría de sus amigos, que también peleaban con los insurgentes; o por la familia de su mujer, que estaba claramente del lado de los sublevados... A lo largo de la guerra civil tuvo muchas oportunidades de pasarse al otro bando, y todas las desechó: quiso cumplir hasta sus últimas consecuencias el juramento de fidelidad que había hecho con la República. Y no le faltó humanidad: en los primeros días de la contienda ocultó en su propio domicilio a mujeres e hijas de compañeros militares que se habían pasado al bando de Franco".
El libro recorre toda la vida de Vicente Rojo, desde su infancia dura y difícil -su padre murió antes de que naciera y su madre cuando aún era muy niño-, hasta su muerte en 1966. Entre ambos momentos, su carrera militar, su participación en la Guerra Civil, el exilio en Francia, Argentina, Bolivia... Y el regreso a España 18 años después de que la abandonara, para ser juzgado y condenado prácticamente de inmediato. Sobre la vuelta de Rojo a España se ha escrito mucho y mal. Javier Fernández López asegura que "Franco no le permitió volver a nuestro país, contra lo que muchos piensan aún. Se le concedió permiso para ello tras la intercesión de varios personajes afectos al régimen franquista, principalmente por la mediación de un sacerdote, y atendiendo a su estado de salud. Cuando Rojo regresa a España se pensaba que le quedaba muy poco de vida. Tanto es así, que en el trayecto de Cochabamba a Buenos Aires el capitán del barco en el que iba a viajar no quería admitirlo porque pensaba que se iba a morir en plena travesía. Paradójicamente, luego, al poco de llegar a nuestro país, su salud empezó a mejorar y aún logró vivir diez años más". No fueron, en cualquier caso, fáciles. Le volvieron la espalda incluso aquellos a quienes había salvado la familia en los primeros días de la guerra, y tuvo que enfrentarse a un consejo de guerra. Fue procesado por rebelión militar, él, que permaneció fiel al Gobierno legítimamente constituido. Y acabó condenado y beneficiándose de un indulto que no había solicitado. "Sólo me preocupa España y su libertad -escribió-, su independencia, su jerarquía y respeto en lo internacional, su bienestar y su progreso, y, en suma, su soberanía y su dignidad, que sean también las mías y las de mis hijos.. Eso es lo que seguirá definiendo mi deber".

Fuente: Heraldo de Aragón, 25/6/04